lunes, 27 de abril de 2009

NOTAS DE COCINA DE LEONARDO DA VINCI, la afición desconocida de un genio


Perfil de su vida gastronómica (I)

La clave más importante para comprender el interés de Leonardo durante toda su vida por la comida se encuentra sin duda en las circunstancias de sus primeros años. Nace el 15 de abril de 1452 en Vinci, cerca de Florencia, hijo de Ser Piero da Vinci, un notario florentino y de Caterina, una dama de Vinci. Pocos meses después de su nacimiento, su padre se casa con una dama florentina de dieciséis años y su madre contrae matrimonio con Acctabriga di Piero del Vacca, un repostero sin trabajo de Vinci que le inicia en el buen comer.
Compagina su trabajo de pintor con el de aprendiz de cocina, sirve comidas en la taberna de Los Tres Caracoles de Florencia, de cuya cocina se hace cargo tras la misteriosa muerte de todos sus cocineros por envenenamiento.
En aquella época inicia la hoy llamada nouvelle cuisine, y cambia los grandes platos rebosantes de comida de forma indiscriminada por diminutas porciones de manjares exquisitos primorosamente dispuestos. Levanta en armas a la clientela y tiene que huir para salvar la vida.
Trás la huida y debido a la experiencia entre los fogones, comienza a inventar artilugios para facilitar el trabajo en la cocina y a escribir sus cuadernos con dibujos de los mismos. Picadoras de carne, máquinas de lavar, cascanueces mecánicos, un sacacorchos para zurdos, un gramófono fileteador de beicon, un cortador de berros gigante que por accidente mató a dieciséis servidores durante la demostración y que posteriormente fue usado como arma de guerra, y cosas por el estilo.
Con su amigo Botticelli abre una taberna que no tiene éxito. "La Enseña de las Tres Ranas de Sandro y Leonardo" incluso es decorada con pinturas de ellos. Una vez más, su estilo de cocina fracasa.
No encuentra trabajo en ninguna cocina, pero se sigue dedicando a pintar, tocar el laud, inventar nudos, diseñar arietes y escaleras de asalto para Lorenzo de Medicci, gobernante de Florencia, que los usará en su guerra contra el Papa.
Se va a Milán y entra en la corte de los Sforza, donde hace de todo. Incluso propone los menús para banquetes. Cada comensal tendrá ante si un plato con: una anchoa enrollada descansando sobre una rebanada de nabo tallada a semejanza de una rana, otra anchoa enroscada alrededor de un brote de col, una zanahoria bellamente tallada, el corazón de una alcachofa, dos mitades de pepinillo sobre una hoja de lechuga, la pechuga de una curruca, el huevo de un avefría, los testículos de un cordero con crema (fría), la pata de una rana sobre una hoja de diente de león y la pezuña de una oveja hervida deshuesada.
¿Triunfa?. Pues no. Ludovico Sforza le hace saber con mucho tacto que los invitados están acostumbrados a otro tipo de banquetes y encarga en su lugar otro menú que a partir de ese día Leonardo se encargará de solicitar: 600 salchichas de sesos de cerdo de Bolonia, 300 zampone (patas de cerdo rellenas) de Módena, 1.200 pasteles redondos de Ferrara, 200 terneras, capones y gansos, 60 pavos reales, cisnes y garzas reales, mazapán de Siena, queso de Gorgonzola que ha de llevar el sello de la Cofradía de Maestros queseros, la carne picada de Monza, 2.000 ostras de Venecia, macarrones de Génova, esturión en bastante cantidad, trufas y puré de nabos.
Le quedan muchas cosas por inventar, cocinas por organizar, recetas que descubrir, pinturas que realizar, etc, pero eso lo contaremos en otro momento.

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